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Soneto XXIII

Por MIchelangelo Buonarroti

No sé si es la deseada luz

de su primer autor, que el alma siente,

o si entre la memoria de la gente 

alguna otra beldad brilla en el corazón;

o si fama o algún sueño lo produce

manifiesto a los ojos, al corazón presente,

de sí dejando un no sé qué ardiente

que quizá es lo que me lleve a llorar.

Lo que siento, lo que busco y me guía

en mí no está;  ni bien sé mirar donde

encontrarlo pueda, aunque alguien me quiera mostrar.

Esto, señor, me ocurre tras de verte,

un dulce amargo, un sí y no me mueve:

Y no dudo que de tus ojos vendrá.

Escrito en el verano de 1533. Se supone dirigido a Cavalieri.