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Soneto XXIV

Por Michelangelo Buonarroti

Si fuese el fuego igual a la belleza

de vuestros ojos, que de ellos sale,

no habría en el mundo región tan helada

que no ardiese cual dardo encendido.

Mas el cielo, piadoso a nuestros males,

de toda la beldad que en vos comparte,

la visiva virtud cela y divide

por la vida aquietar mortal y áspera.

No es pues igual el fuego a la belleza,

ya que se enllama y enamora sólo

de lo bello celeste que él conozca.

Y así ocurre, señor, en la edad mía:

sino veis que por vos ardo y muero,

es que mi poca fuerza poco inflama.

Escrito en Junio y Octubre de 1533, al dorso de unm fragmento de carta de Miguel Ángel a Sebastiano del Piombo, y referido, muy  probablemente, a Cavalieri.