Por Michelangelo Buonarroti
Dime de grado, Amor, si estos mis ojos
de veras ven a la beldad que aspiro
o si va dentro en mi, y a donde miro,
veo esculpido entonces su rostro.
Tú lo debes saber, pues que con ella vas
a arrancarme la paz y darme enojo;
mas perder no querría un mínimo suspiro,
ni pedir otro fuego de mas breve ardor.
-La belleza que ves en verdad está en ella,
pero crece al subir hasta un lugar mejor,
y por los ojos mortales viene el alma.
Ahí divina se vuelve, honesta y bella,
pues semejante a sí es todo lo inmortal:
Y esta, no aquella, se llega hacia tus ojos.
Escrito posterior a 1528. Exacta trasalación al soneto de una teoría platónica sobre la belleza.