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Soneto XXIX

Por Michelangelo Buobçnarroti

Veggio nel tuo bel viso, signor mio, 

quel che narrar mal puossi in questa vita: 

l’anima, della carne ancor vestita, 

con esso è già più volte ascesa a Dio. 

E se ‘l vulgo malvagio, isciocco e rio, 

di quel che sente, altrui segna e addita, 

non è l’intensa voglia men gradita, 

l’amor, la fede e l’onesto desio. 

A quel pietoso fonte, onde siàn tutti, 

s’assembra ogni beltà che qua si vede 

più c’altra cosa alle persone accorte; 

né altro saggio abbiàn né altri frutti 

del cielo in terra; e chi v’ama con fede 

trascende a Dio e fa dolce la morte. 

SONETO XXIX

POR MIGUEL ÁNGEL BUONARROTI

Veo en tu hermoso rostro, mi señor, 

algo que mal se cuenta en esta vida: 

el alma, de la carne aún vestida, 

ha ascendido por él muchas veces a Dios. 

si el vulgo malvado, culpable y necio, 

lo que siente, en los otros lo mira, 

no me es mi intenso afán menos placiente 

que el amor, la fe y este honesto deseo. 

A la fuente piadosa de la que todos surgen, 

se asemeja toda beldad que aquí se ve 

más que otra cosa, al entender agudo; 

ni otro ejemplo tenemos ni otros frutos 

del cielo en esta tierra; así, quien con fe os ama 

a Dios asciende y morir le es dulce. 

Escrito hacia 1534. Es uno de los sonetos más conocidos, en la corriente neoplatónica, para Cavalieri. 

El pietoso fonte —la piadosa fuente— de la que todos surgen, es, obviamente, Dios.