Por Michelangelo Buonarroti
Sento d’un foco un freddo aspetto acceso
che lontan m’arde e sé con seco agghiaccia;
pruovo una forza in due leggiadre braccia
che muove senza moto ogni altro peso.
Unico spirto e da me solo inteso,
che non ha morte e morte altrui procaccia,
veggio e truovo chi, sciolto, ‘l cor m’allaccia,
e da chi giova sol mi sento offeso.
Com’esser può, signor, che d’un bel volto
ne porti ‘l mio così contrari effetti,
se mal può chi non gli ha donar altrui?
Onde al mio viver lieto, che m’ha tolto,
fa forse come ‘l sol, se nol permetti,
che scalda ‘l mondo e non è caldo lui.
SONETO XXXII
Siento de un fuego un frío rostro encendido
que de lejos me arde aunque en sí esté helado;
pruebo una fuerza en dos brazos ligeros
que mueve sin moverse cualquier otro peso.
Espíritu único que sólo yo entiendo,
que no tiene muerte y la procura en otros,
veo y hallo a quien, suelto, el corazón enlaza,
y de quien sólo, su ayuda me es ofensa.
¿Cómo puede ser, señor, que un rostro hermoso
al mío lleve efectos tan contrarios
si quien no tiene no puede dar a otros?
De donde a mi vivir feliz, que me has quitado
como el sol harás quizá, si lo permites,
que calienta al mundo sin él tener calor.
Escrito alrededor de 1534. En el folio del manuscrito se hallan unos cuantos perfiles de arquitectura. Dirigido a Cavalieri.