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Historia Artística Escultor Miguel Ángel Betancur T. 33

EXPOSICIÓN DE ESCULTURAS

“Las Mujeres y sus animales“

Por Miguel Ángel Betancur T.

Fecha: Marzo 02-Marzo 31 /2020

Biblioteca publica piloto/ Carlos E Restrepo

Inauguración: Miércoles 4 de marzo 6 pm

Presentación del Escritor Jhon Jairo Saldarriaga.

La historia natural y gozosa de Las mujeres y sus animales

 

Según el Génesis, todo comenzó con una pelota de barro. “Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida” (1). Igual sucedió en la vida creativa de Miguel Ángel Betancur Tamayo. Cuando tenía siete años, estando en el taller de su padre, el escultor José Horacio Betancur, este tomó un pedacito de arcilla y, ante el asombro del hijo, con una sola mano y apenas con un leve movimiento del pulgar, modeló un pez. Lo puso ante los ojos del muchacho para que “aprendiera” la figura, y acto seguido, como si no valiera la pena lo hecho, arrojó con fuerza la masa al tanque del material y, por supuesto, se deshizo lo formado. Entonces, le ordenó:

-Ahora es tu turno. Ya viste cómo se hace

Miguel Ángel tomó, pues, una pelota de barro, sintió la blanda humedad en sus manos, y descubrió la sensualidad deeste contacto con la tierra. Y, como un adicto, no pudo evitar repetirlo una y otra vez hasta convertirlo en el centro de su existencia. En cuanto a esa primera creación, hizo lo quepudo para darle forma a algo que se pareciera a un pez y así satisfacer a su padre, pero entendió lo esencial: el hallazgo de su vocación. Se enamoró perdidamente y para siempre del arte de la escultura.  

 

Desde ese día ha buscado o, más bien, ha intentado trazar un camino propio, desligado del su progenitor, quien, por cierto, tampoco duró mucho a su lado. Murió en un accidente de cacería cuando Miguel Ángel era apenas un niño, no mucho después de la anterior escena. Además, digámoslo de paso,se percibe una ruptura con el padre, una ruptura creativa necesaria, que se evidencia hasta en la manera de referirse a él, por el nombre, no por el parentesco. Circunstancia que nole impide valorar la obra del autor de Bachué (2) e, incluso,haber aprendido de ella.

En dicha búsqueda encontró su tema esencial: las mujeres. No una mujer, su tipo de mujer, sino las mujeres. Tiene otros temas, la energía y los elementos de la Naturaleza, los próceres de la Independencia, las figuras mitológicas, los animales, pero siempre las mujeres…

 

“Las esculturas de mujeres —me dijo un día para una entrevista publicada en El Colombiano— no corresponden a una persona en particular, sino a una idealizada”, es decir soñada, que sale de su mente en una especie de rastreo de “la bondad y la belleza a través de las formas” (3).

 

Cuando era adolescente, Miguel Ángel quiso ser cura y su madre ansiaba que lo fuera, con más ímpetu que él. En el seminario, recuerda, soñaba con modelar vírgenes desnudas.Tuvo una novia bella que motivó la desviación de sus pasos hacia los altares.

 

En esta colección, Las mujeres y sus animales, el artista reúne a los seres que enaltecen su vida.

 

En cada una de las veinte piezas, una mujer esbelta —desnuda o portando apenas un delicado y transparente drapeado, una de esas telas que usaban las griegas, no para ocultar su anatomía, sino para protegerla— aparece tumbadaen el suelo de manera voluptuosa como si se dejara tocar por un sol invisible. Interactúa con un animal cuyo simbolismose suma al suyo para contar una historia significativa y vibrante. El búho, siempre vigilante; el gallo, despertador del mundo; la tortuga, paciente y constante; la rana, dueña de la humedad; el caballo, amigo en la paz y en la guerra; el gallinazo, elegante y útil; la lagartija, hija predilecta de la Tierra; la serpiente, curiosa y seductora; el murciélago, misterioso y profundo… y el perro. O mejor, dos perrosconocidos: Pablo y Emma. Con ellos, el artista ha compartido casa, taller y existencia. Las esculturas que los inmortalizan constituyen un tributo de gratitud a doscriaturas que, generosas, le han brindado su alegría humilde y espontánea

Hay en algunos de los elementos de esta colección escenas que parecen de ficción por las tallas y proporciones entre la mujer y el animal, por el tipo de vínculo que se establece entre ambos o hasta por las acciones que representan. Una relación de extraordinaria compenetración. Escenas de ficción, sí, y, a veces, en las que la hipérbole está presente, como en el tamaño de la rana. Eso sí, son piezas todascolmadas de verosimilitud, necesaria en las obras creativas plásticas o literarias, lo cual no se refiere a lo verdadero, sino a lo posible y lo creíble.

 

La poesía, como lo establece Octavio Paz en El arco y la lira, es la que le insufla vida y dota de alma a las creaciones.El mexicano sostiene: “nada prohíbe considerar poemas las obras plásticas y musicales” (3). Y hay una explicación afortunada en este texto de Paz que grafica lo que nos importa ahora, la poesía en la plástica. Indica que si la materia del poema o del texto escrito es la palabra, la de la escultura es la piedra, la arcilla, la madera… La poesía convierte un material en arte.

 

“Que ocurre, entonces —dice el autor—, con la materia piedra empleada por el hombre para esculpir una estatua y construir una escalera? Aunque la piedra de la estatua no sea distinta a la de la escalera y ambas estén referidas a un mismo sistema de significaciones (por ejemplo: las dos forman parte de una iglesia medieval), la transformación que la piedra ha sufrido en la escultura es de naturaleza diversa a la que la convirtió en escalera”.

 

Lo cual, como se sabe, es un planteamiento aristotélico. Para el griego, la pintura, la escultura, la música y la danza son también formas poéticas (4). 

 

Por eso se entiende la queja de Miguel Ángel de que los críticos y, sobre todo, los galeristas y comerciantes de arte, consideren más costosas las creaciones si están hechas en bronce que aquellas hechas en terracota, sabiendo que lo que eleva un pedazo de material, cualquiera que sea, a la categoría de arte es la poesía y el estilo expresivo del artista

 

 

Dicho en palabras de Betancur, “la escultura es el arte de ennoblecer las cosas sencillas y cotidianas”, y “los materiales”, en este caso la arcilla, son “los agentes que permiten al escultor la realización concreta de sus sueños(5)”.

 

Una característica notoria en la obra “del Miguel Ángel de aquí”, como solía llamarlo Leonel Estrada, es la de dotar de espíritu a sus creaciones. Un espíritu libre, altivo y vital, que se advierte en expresiones vigorosas y decididas; nunca pasivas, ni siquiera cuando la postura de los personajes, las mujeres y los animales, indica reposo o, incluso, somnolencia. Otra es la búsqueda de una conexión primordial con la Naturaleza.

 

“Esculpir es detener el tiempo, es recordar el pasado, es vivir el presente, es proyectar el futuro”, piensa Betancur (6).

Un taller tiene el encanto. Los materiales no siempre bien tapados,las manchas que estos dejan en paredes y suelo, los olores químicos y naturales, las herramientas por ahí puestas y a veces untadas de ciertas sustancias, las creaciones a medio terminar… Habita en ellos un cierto caso del que emerge la creación. En el suyo, situado en Envigado, hay piedras, tanques de arcilla, mesas giratorias para el modelado de esculturas, una nueva figura todavía blanda de la que sobresale algún fierro que la sostiene… Y en cuanto a herramientas, las espátulas son en su mayor parte fabricadas por el artista con hojas de acero pulidas y afiladas , o con alambres retorcidas. Una de ellas lo ha acompañado por más de treinta años la llama “La ucraniana”. El conoció esculturas de grandísimo formato a su paso por países de la antigua Unión Sovietica elaboradas con garfios parecidos. Con la suya ha realizado obras inmensas.

Al verlo allí, en ese espacio de creación, uno recuerda al domador de animales. No porque someta los materiales como aquellos a las criaturas, sino porque se gana la voluntad de la piedra o la arcilla. Por cuarenta y siete años le han obedecido tranquilas, como sino les doliera la presión de esas manos amigas.

John Saldarriaga

Escritor y periodista

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