Soneto XXIV
Por Michelangelo Buonarroti Si fuese el fuego igual a la belleza de vuestros ojos, que de ellos sale, no habría en el mundo región tan helada que no ardiese cual dardo encendido. Mas el cielo, piadoso a nuestros males, de toda la beldad que en vos comparte, la visiva virtud cela y divide por la vida aquietar mortal y áspera. No es pues igual el fuego a la belleza, ya que se enllama y enamora sólo de lo bello celeste que él conozca. Y así ocurre, señor, en la edad mía: sino veis que por vos ardo y muero, es…