Soneto XXII

Soneto XXII Por Michelangelo Buonarroti Si en el rostro por los ojos el corazon se ve, otro signo no habrá más evidente de mi fuego; así es que baste ello, mi señor querido, para pedir merced. Quizá tu espíritu, con fe mayor De a que espero, al ver la honesta llama Que me arde, presto se apiadará de mí, Pues la gracia abunda en quien la pide bien. ¡ Feliz jornada tal, si ello fuera cierto ¡ Deténganse un momento tiempo y hora, el sol y el día en su carrera antigua; así yo tenga, y no por mi mérito,…

Continuar leyendoSoneto XXII

Soneto XXI

Soneto XXI Por Michelangelo Buonarroti Yo lo he, por cortesia vuestra, recibido Y lo he leído más de veinte veces. Tanto ayudan a vuestro ser los dientes, Como el alimento a un cuerpo ya nutrido. Con todo, desde que os dejé, he sabido Que a Caín contaís en los antecesores, Y en tal modo procedeís de su tronco, Que el bien de otro, vos lo habeís perdido. Envidiosos, soberbios, del cielo enemigos, La caridad del prójimo os fastidia, Y sólo de vuestro daño sois amigos. Lo que dice el Poeta, de pistoya, Tenedlo en mente, y basta; y si hablas…

Continuar leyendoSoneto XXI

Soneto XX

Por Michelangelo Buoarroti XX Quiza para que de otros compasión me venga, Para que de ajenos golpes no me ria,  con mi propio valer, sin otro guía, ha caído el alma que tan digna fuera. No sé bajo qué otra enseña militar No para vencer, para escapar segura, Si el tumulto de adversarios gritos No me mata, o tu poder no me sostiene. ¡OH carne, sangre, leño, oh dolor extremo, haced justicia vosotros del pecado en que nací, al igual que mi padre! Solo en ti hay bondad; tu piedad suprema Socorra mi ante dicho inicuo estado, Tan cerca de…

Continuar leyendoSoneto XX

Soneto XIX

Por Michelangelo Buonarroti XIX Tan amigo a la fría piedra le es su fuego que, si con un golpe, la circunscribe, aunque la queme y despedace, aun vive uniendo con ello otras para lugar duradero. Y si resiste en la hornaza, vence al estío o al invierno, y alcanza mayor valor que antes, como purgada entre las altas y divinas almas que al cielo volviese del infierno. Librado de mi, si me disuelve el fuego, que dentro me es como un juego oculto, ardo y me apago y aun puedo vivir mucho. Entonces, si vivo hecho humo y polvo, eterno bien seré, si me endurezco al fuego; y quien me golpea no es…

Continuar leyendoSoneto XIX

Fin del contenido

No hay más páginas por cargar